CANCÚN, MX.- La madre de la persona ejecutada, que fue decapitada y desmembrada lo identificó como Valentín Hernández Hernández, (a) “Milo”, apenas de 18 años de edad, de quien dijo era de oficio carpintero.
Lo grave es que su ejecución llena de sadismo de sus verdugos, no se quedó sólo en la ejecución y desmembramiento del “Milo”. Pues los cuatro sicarios Francisco Gerardo Gutiérrez González (a) “Zyzor” y/o “La Roca”, Julián Crespo Llama (a) “Gárgola”, Luis Alfonso Hau Puc y Josafat Dávila Peña, llevaron el terror hasta los separos de la Policía Judicial del Estado (PJE).
Frente a otros detenidos, los aún ebrios y drogados sujetos aseguraron que dos de ellos no la contarían, pues después de descuartizar al sujeto se lamieron las manos llenas de sangre para sacarse fotos y demostrar lo “malditos” que podían ser.
Por si eso fue poco, los sujetos se estrellaban en contra de las rejas asegurando que “ya se los había cargado la chin….”, además de que esperaban que no encontraran las otras armas y drogas que mantenían escondidas.
Por la tarde de éste jueves, una mujer acudió ante el Ministerio Público del Fuero Común para identificar el cuerpo del “Milo”, quien en vida respondía al nombre de Valetín Hernández Hernández, de 18 años de edad y oficio carpintero.
El cinismo con el que confesaron su crimen no fue suficiente para Francisco Gerardo Gutiérrez González (a) “Zyzor” y/o “La Roca”, Julián Crespo Llama (a) “Gárgola”, Luis Alfonso Hau Puc y Josafat Dávila Peña, quienes cumplieron con su primer trabajo como sicarios como si fueran profesionales.
Después de rendir declaración ante el Ministerio Público del Fuero Común, los sujetos fueron encerrados en los separos de la Policía Judicial del Estado (PJE), donde con total descaro comenzaron a contar cómo desmembraron al “Milo” y porqué estaba encerrados.
Trascendió en los pasillos de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) que aunque a su lado había detenidos por delitos menores, los sujetos comenzaron a gritar con saña cómo cortaron y descuartizaron al “Milo”, a quien aseguraron, mataron por violar a una de sus compañeras.
Mientras se estrellaban contra las rejas y gritaban groserías en total estado narcotizado, los sicarios riéndose aseguraron que a dos de ellos “se los iba a cargar la chingada” (sic), pues para tomarse fotos y demostrar que eran muy machos, lamieron la sangre que les quedó en las manos después de desmembrar al “Milo”.
También hacían burla a las autoridades gritando “que ya se los iba a cargar la chingada porque ya los habían atorado” (sic), pero que en la cárcel se las arreglarían.
Aunque las autoridades intentaban controlarlos, los cuatro sujetos sólo buscaban un pretexto para comenzar a intimidar de nueva cuenta a los otros detenidos, quienes nada más esperaban el momento de salir para alejarse de ellos.
Por si fuese poco, los sujetos aseguraron que todavía tenían “un chance”, mientras que las autoridades no descubrieran las otras armas y drogas que mantenían en una casa de seguridad, la cual aún no es ubicada por la Policía Judicial.
Fue hasta la noche del miércoles que los cuatro tipos fueron trasladados al Centro de Reinserción Social (Cereso) de Cancún, en donde primero fueron internados en el área de Albatros, hasta que el juez resuelva su situación jurídica.
Bajo los influjos del alcohol y drogas, los cuatro sujetos sometieron a “El Milo”, le colocaron una cadena de castigo para perros en el cuello y con ella lo ahorcaron hasta que perdió la vida.
Una vez asesinado, con un cuchillo con sierra comenzaron a cortar la cabeza y después hicieron lo mismo con los brazos y las piernas a la altura de las rodillas.
Con total sadismo, cortaban en las coyunturas y después, sobre un pedazo de madera con los pies hacían presión para fracturar los huesos y finalmente cortaban el tejido con el cuchillo para separar los miembros.
Las extremidades incluyendo la cabeza las metieron en una cubeta y la subieron a la azotea con la intención de meterla en el tinaco de la casa, mientras que el torso lo envolvieron en una sábana y lo dejaron en el patio trasero de la casa.
Identifican al “Milo”
Después de tres días, ante el Ministerio Público del Fuero Común acudió una mujer, la cual afirmó que el ahora occiso era su hijo y en vida respondía al nombre de Valentín Hernández Hernández, de 18 años de edad y oficio carpintero.
Señaló que aunque acudió desde el miércoles, hasta el jueves pudo acreditar la identidad, además de que aseguró que “desconocía que su primogénito estaba en malos pasos”. (Fuente: Por Esto! de Quintana Roo)
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